lunes, 16 de febrero de 2009

La vagina es una flor


Ana Istarú
Proa, La Nación
15 de febrero, 2009

  • Los olores no matan pasiones, las inflaman...


Ana Istarú | proa@nacion.com

Mi cuerpo es imperfecto. El mío y el del resto de las mujeres. Por alguna distraída razón fuimos remitidas con desafortunados defectos de fábrica: pechos inadecuados, o muy grandes o muy pequeños, poco elevados, estrábicos, bizcos, deprimidos. Falta cadera, sobra cadera, cintura difusa, nalgas deficitarias. Para colmo de desdichas, me entero por una publicidad de que ese vilipendiado trozo de nuestra anatomía oculto bajo el triángulo inferior del bikini, puede –contrario a lo que se podría conjeturar– “matar pasiones”.

Eso reza el anuncio en escandalosas letras mayúsculas. Se infiere que por culpa de su olor, sus fluidos. Su “suciedad”. Se me propone sentirme “limpia, fresca y protegida” gracias al empleo de protectores diarios.

¿Que a quién protegen? Leo: “Tu ropa interior”. Me siento un poco amoscada. Creo valer un poco más que mi calzón, pero, en fin.

Todo esto viene a cuento porque, independientemente de que a alguien le complazca usar todos los días las delgadas lengüetas de algodón (está en su legitimísimo derecho), y de que las toallas sanitarias constituyan uno de los más agradables aportes de la industria moderna al bienestar femenino, encuentro consternante que una vez más se desprestigie en público y a página completa nuestro sexo. Vagina. Releo la palabra –la innombrable– en los célebres Monólogos de Eve Ensler . Que al respecto apuntan en boca de uno de sus personajes: “Mi vagina no necesita ser ‘limpiada’. Huele bien así.” … “Eso es lo que están haciendo –tratando de limpiarla, de hacerla oler a aerosol para el baño o a jardín. Todos esos aerosoles –floral, frutal, lluvioso. No quiero que mi sexo huela a lluvia. Completamente lavado, como si uno lavara el pescado así que lo cocinó. Lo que quiero es que me sepa a pescado. Para eso lo pedí.”

La fobia cultural a los olores corporales quizás se deba a que estos nos recuerdan que no somos más que mamíferos altaneros. Erguidos en dos patas, pero animales.

Yo no me quejo. Ser animal es agradable. Lo prefiero a ser una magnolia o un pedazo de cuarzo. Los olores están íntimamente relacionados con las emociones, la memoria y la conducta sexual. No matan pasiones, las inflaman... Bien lo sabe quien ha hecho el amor resfriado: es tan triste como tomar café sin poder olerlo.

Las flores son sexos, alguna vez lo dije; así consta en los tratados de botánica. Y los sexos son flores cuyo aroma hemos negado, pero que con buena voluntad y para solaz de alma y de cuerpo, podemos aprender a recordar.


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