viernes, 12 de enero de 2007

Momentos de cambio

En este momento mi familia y yo estamos en una pequeña gran transición: nos estamos pasando de casa.

La familia ahora es de adultos, quienes hemos escrito en estas cuatro paredes las páginas más importantes de nuestras vidas, las cuales hoy nos definen como la perfecta familia imperfecta que somos.

Ahora bien, el cambio implica ciertos sacrificios: el primero es que escribiré mucho menos seguido. Posiblemente me las ingenie para continuar mi blog, pero antes tendré otras prioridades que atender. Otro de los cambios será que por un tiempo para contactarme deberán hacerlo a mi cel, pues la reubicación del teléfono de la casa tarda un poco. La nueva casa es en Cedros, así que si piensan ir de visita tendrán que avisar para ver cómo los ubico.

Muchos verán una simple mudanza, pero se están perdiendo de la riqueza de la experiencia. Para mi es tanto un reto como una esperanza. Les estoy hablando de una ruptura en lo más básico del desarrollo de todo individuo: el entorno.

Nosotros como familia seguiremos siendo los mismos, posiblemente con algunas modificaciones, que presiento que serán para mejor.

Respecto a la casa que dejamos, bueno, es una buena casa, muy bonita y todo; pero no nos representa, no refleja quienes somos, es un simple objeto que hemos colmado de sentimentalismos. Quizás la extrañe, posiblemente la supere más pronto de lo que se puede uno imaginar, eso aún no lo sé.

Solo sé que mi hogar lo llevo conmigo, pues al final de la jornada mi hogar es mi familia, mi hogar son los cariños de mis papás, las salidas de mis hermanos, los chismes con mi hermana y las risas de mi sobrino; mi hogar somos todos juntos, en nuestra cotidianidad llena de particularidades.

1 comentario:

César González dijo...

Cambiar de casa es un proceso de años. Pasan meses y no has terminado de acomodarte. Luego pasan otros meses para que la casa adquiera "personalidad" familiar. Luego pasa como año y medio o dos para que la casa huela a hogar, a tu familia. Y pasan otros años más para que se llene de simbolismos, experiencias, vivencias. La casa es como un gran ser vivo que se va despertando a la vida gracias al soplo mágico de quienes la habitan. Al pasar de los años, la casa es casi un miembro surrealista de la familia